Las ventajas de un servidor dedicado con el precio de un hosting compartido.
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¿Te preocupa la seguridad de tu sitio web? Mantener una página segura es clave para que tus visitantes se sientan tranquilos y para que tu proyecto crezca sin sorpresas desagradables. Cuando trabajas en un hosting compartido, el reto es todavía mayor: si alguien logra ingresar de forma indebida a otro sitio en el mismo servidor, corre el riesgo de que todo lo que está en ese espacio quede expuesto.
Las contraseñas son la primera línea de defensa de cualquier cuenta. Mucha gente no les presta la atención debida, bien sea por flojera o por creer que “a mí no me va a pasar nada”. Sin embargo, los ataques de fuerza bruta están a la orden del día, y son especialmente letales cuando alguien usa datos obvios como “123456” o el clásico “password”. No querrás ni imaginar la cantidad de sitios vulnerados por estos descuidos tan básicos.
Una contraseña sólida requiere una mezcla de letras (mayúsculas y minúsculas), números y símbolos especiales. Además, conviene que tenga al menos 12 caracteres. Evita usar fechas de cumpleaños o nombres de personas cercanas; los hackers a menudo se hacen con esa información mediante redes sociales o ingeniería social. Lo ideal es que tu clave sea tan aleatoria como sea posible. Por ejemplo: “Gy9&uA73!pfT”.
Si te preocupa no recordar cientos de combinaciones extrañas, puedes recurrir a aplicaciones de gestión de contraseñas. Es una forma de mantener todo encriptado y a la vez tener comodidad de acceso. Aun así, no escojas la misma contraseña para todo; si lo haces, cuando te roben una, las habrás entregado todas. Asegurrate de actualizar tus contraseñas con cierta frecuencia: cada 3 o 6 meses es una buena práctica.
En un hosting compartido, la seguridad de tus contraseñas cobra mayor relevancia. Imagina que un atacante tiene acceso al panel de control de otro usuario. Con eso podrían escalar permisos o descubrir pistas. No querrás que tus credenciales sean tan fáciles de adivinar que termines facilitándoles el trabajo.
Los desarrolladores de software lanzan actualizaciones no solo para mejorar funciones, sino también para corregir vulnerabilidades que se han ido detectando con el tiempo. Si pasas por alto esas actualizaciones, estás dejando abiertas ventanas por donde los ciberdelincuentes pueden colarse. Esto aplica a cualquier tipo de gestor de contenidos, tema o plugin que estés usando.
Lo ideal es hacerlo tan pronto veas la notificación de una nueva versión. Cierto es que a veces se producen pequeños errores de compatibilidad, pero es un riesgo menor comparado con dejar tu sitio expuesto. Además, la mayoría de actualizaciones clave se prueban extensamente. Si tienes dudas, puedes configurar un entorno de pruebas en tu propia cuenta de hosting para verificar que todo funcione bien antes de llevar los cambios a la versión pública.
Muchos administradores de sitios ignoran la cantidad de complementos o librerías que tienen instalados. Hazte el hábito de revisar tu panel de control y fijarte en si hay avisos de “update”. Por ejemplo, si utilizas sistemas de gestión de contenido, el panel suele indicar la disponibilidad de versiones más recientes. Mantenlos al día para parchar errores de seguridad y para que tu página corra de manera fluida.
En un hosting compartido, es probable que el proveedor también se encargue de mantener el servidor actualizado, pero tu responsabilidad es cuidar tu área interna. No confíes ciegamente en que todo está perfectamente configurado; toma cartas en el asunto e instala las actualizaciones de tus propios proyectos.
No hay nada más frustrante que perder todo tu trabajo por un error del sistema o un ataque. Realizar copias de seguridad te garantiza que podrás restaurar tu sitio a un punto estable si algo sale mal. Esto no solo te libera del estrés de pensar que en cualquier momento podrías ver tu página totalmente dañada, sino que además te permite experimentar con más tranquilidad.
Lo ideal es tener el respaldo fuera de tu servidor principal. ¿La razón? Si un intruso accede al servidor y borra todo, puede también eliminar tus copias locales. Para prevenirlo, sube tus copias de seguridad a un servicio de almacenamiento alterno o descárgalas a tu computadora. De esa forma, tendrás un plan B en caso de catástrofe.
Con frecuencia, la gente olvida programar sus copias de seguridad, y luego se arrepiente cuando ocurre algo irreparable. Lo mejor es automatizar este proceso mediante el panel de control que te provee tu hosting o usando herramientas externas. Define si quieres un backup diario, semanal o mensual, según la frecuencia de cambios en tu sitio. Si tu web se actualiza constantemente (por ejemplo, subes artículos cada día), entonces lo apropiado es que hagas copias muy seguido.
Dentro de un hosting compartido, la prevención es tu mejor amiga. No esperes que el proveedor asuma toda la responsabilidad de guardar tus datos. Algunos planes incluyen respaldos, pero no te confíes al 100%. Mantén tú también copias, y asegurrate de comprobar periódicamente que estén realmente funcionales.
El Certificado SSL (Secure Sockets Layer) cifra los datos que se comparten entre el navegador del usuario y el servidor, evitando que terceros intercepten información sensible como contraseñas o números de tarjetas. Al contar con un certificado, tu sitio web exhibe el famoso “candadito” en la barra de direcciones y la dirección HTTPS, lo cual también genera mayor confianza en tus visitantes.
Existen diferentes tipos de certificados SSL, algunos gratuitos y otros de pago, con variaciones en el nivel de validación y cobertura que ofrecen. Sin embargo, para la mayoría de los proyectos, un SSL estándar es suficiente para no correr riesgos innecesarios. La mayoría de proveedores de hosting suelen dar alguna opción para instalar certificados de manera fácil.
Además de la protección, los motores de búsqueda valoran positivamente que tu sitio sea “HTTPS”. Esto puede ayudarte con el posicionamiento SEO y a mejorar tu reputación. Los usuarios también se sienten más seguros, y es menos probable que abandonen tu sitio por falta de confianza.
En un hosting compartido, la instalación de un certificado SSL no es algo complejo. Basta con que revises tu panel, busques la opción para gestionarlo e instales el certificado de tu preferencia. A partir de ahí, cada vez que alguien visite tu web, verá esa señal de seguridad que invita a navegar sin miedo a robo de datos.
Una de las mejores formas de frenar los ataques de fuerza bruta es limitar los intentos de inicio de sesión. Cada vez que alguien trata de entrar y fracasa varias veces, tu sistema puede bloquear esa dirección IP durante un tiempo prudencial. Esto detiene a los robots o usuarios malintencionados que prueban contraseñas de manera sistemática.
La autenticación en dos pasos es otra capa de seguridad que exige al usuario proporcionar un dato adicional, generalmente un código que se envía a su móvil o correo electrónico. Aunque suene un poco más tedioso, es muy efectiva para mantener a raya los accesos no autorizados. Si alguien descubre tu contraseña, de todas maneras necesitará tu segundo factor para entrar.
Algunas plataformas ofrecen plugins o configuraciones nativas para limitar intentos de login y habilitar 2FA. Investiga si tu panel de control o gestor de contenidos lo soporta. La configuración suele ser sencilla: instalas el complemento, lo activas y sigues los pasos de verificación. Asegúrate de no perder tu segundo factor (por ejemplo, el código de recuperación), porque si lo haces, tú mismo podrías quedarte fuera de tu sitio.
En un hosting compartido, esta práctica resulta esencial, pues eleva las barreras de acceso. Aun si compartes servidor con cientos de sitios, te proteges fuertemente. Recuerda que, al limitar los intentos de login y usar 2FA, evitas que un ataque se extienda a tu cuenta, incluso si por desgracia hackean la de un “vecino virtual”.
Los archivos en tu web tienen permisos que dictan quién puede leerlos, editarlos o ejecutarlos. Configurarlos mal puede permitir que usuarios no autorizados modifiquen o borren tus archivos, o incluso suban contenido malicioso a tu cuenta. Este problema es muy frecuente en entornos con varios usuarios compartiendo el mismo servidor.
Como norma general, las carpetas deben tener permisos 755 y los archivos 644. Estos valores permiten que tú, como propietario, tengas privilegios totales para modificar tu contenido, pero impiden que otros usuarios (o scripts) puedan editarlos. En algunos casos, es posible que requieras ajustes especiales para ciertos plugins o plataformas, así que revisa la documentación de tu gestor de contenido.
Puedes cambiar y comprobar los permisos desde el panel de control o vía FTP. Fíjate bien si alguna carpeta importante tiene permisos demasiado amplios (por ejemplo, 777). Aunque al principio parezca que “funciona mejor”, en realidad dejas abiertas las puertas a cualquiera que quiera colarse y manipular tus archivos. Mantener una configuración adecuada es esencial para que tu sitio esté a salvo de intrusos.
En un hosting compartido, es más urgente aún verificar estos permisos, pues no sabes en detalle con cuántos usuarios compartes el servidor y cuáles son sus prácticas de seguridad. Una configuración adecuada de permisos bloquea la opción de que otro usuario, o un software malicioso, escriba en tu espacio de forma no autorizada.
Un cortafuegos, o firewall, es un sistema diseñado para bloquear accesos sospechosos y filtrar el tráfico malintencionado. En otras palabras, sirve de muro de contención para que solo entre al servidor quien realmente cumpla las reglas de uso establecidas. Sin un cortafuegos, tu sitio queda mucho más expuesto a escaneos automatizados y ataques directos.
Además del firewall, hay herramientas que analizan el tráfico y detectan posibles patrones de spam o inyecciones de código. Por ejemplo, si alguien intenta mandar formularios con scripts para hackear tu web, estos filtros revisan el contenido y lo bloquean. Es un proceso que ocurre en segundo plano, sin molestar a los visitantes legítimos, pero que frena a los bots y hackers.
En un hosting compartido, el proveedor suele ofrecer un firewall básico a nivel de servidor. Pero puedes reforzar la protección instalando complementos o configurando reglas específicas dentro de tu panel. La clave es afinar los filtros para no bloquear a usuarios reales, y a la vez frenar la mayor cantidad de ataques posibles. Por lo general, estas configuraciones son accesibles en la sección de seguridad del panel. Si no la encuentras, revisa la documentación o busca un plugin confiable (si tu plataforma lo permite).
No se trata de tener paranoia, sino de ser precavido. Un firewall, combinado con un buen set de filtros, puede frenar un alto porcentaje de ataques automáticos que, sin esa protección, podrían poner tu web en aprietos.
Si tu proveedor de hosting lo permite, una excelente medida es restringir el acceso al panel de control para que solo ciertas direcciones IP puedan entrar. Esto hace que, aunque alguien descubra tu usuario y contraseña, no pueda acceder si su IP no está en la lista blanca. Claro, esto funciona mejor si tienes una dirección IP estática, porque así evitas problemas al cambiar de lugar de conexión.
En muchos gestores de contenido, por defecto, la ruta para acceder a la administración es algo así como “tusitio.com/admin”. Esto da pistas a los hackers. Al cambiar esa ruta a algo menos evidente (por ejemplo, “tusitio.com/entrarmiau”), reduces la probabilidad de recibir intentos de inicio de sesión masivos. Suena anecdótico, pero puede ser de gran ayuda.
Además del panel principal, hay directorios de configuración que conviene bloquear. Por ejemplo, si tienes una carpeta donde guardas scripts de mantenimiento, podrías ponerle una contraseña extra o restringir el acceso mediante el archivo .htaccess. Cuantas más capas de seguridad añadas, más se dificultará la labor de un ciberdelincuente que quiera romper tu sistema.
En el entorno de hosting compartido, cerrar el acceso a zonas administrativas es crucial. No querrás que un vecino con malas intenciones, o que un hackeo a otra cuenta, abra puertas hacia tu panel. Una configuración cuidadosa de accesos es un escudo adicional que puede marcar la diferencia entre un sitio seguro y uno vulnerable.
Los registros (logs) de tu sitio y del servidor reflejan información valiosa sobre lo que ocurre entre bastidores. Ahí puedes detectar si hay accesos sospechosos, errores repetitivos o intentos de modificación de archivos. Revisar los logs con cierta frecuencia te permite anticiparte a ataques en lugar de descubrirlos cuando ya es demasiado tarde.
Hay paneles de control que incluyen secciones dedicadas a la revisión de logs. También puedes optar por soluciones externas que escanean tu web en busca de virus, malware o comportamientos anómalos. Estas soluciones te ayudan a saber si hay picos extraños de tráfico, si alguien se dedica a hacer cientos de llamadas a una página concreta, o si surge un archivo que no debería existir.
No hace falta ser un experto para distinguir algo raro. Por ejemplo, si notas que una IP rusa intenta acceder 500 veces en una hora a tu formulario de login, es un signo clarísimo de ataque. También si descubres archivos que tú no subiste y que de pronto aparecen en tu hosting. Ante esos hallazgos, lo mejor es aislarlos, eliminarlos (si no son parte legítima de tu proyecto) y bloquear las IP involucradas.
En un hosting compartido, incluso podría pasar que parte del servidor se vea comprometida y se reflejen errores generales. Mientras más al tanto estés de la actividad de tu sitio, más rápido podrás responder y mitigar daños, reduciendo la posibilidad de que un ataque cause estragos.
De nada sirve que apliques todas las medidas anteriores si tus colaboradores o redactores siguen usando contraseñas como “qwerty” o descargan contenido de sitios inseguros. Es fundamental que todos comprendan la relevancia de la seguridad web y adopten buenas costumbres al manejar datos sensibles, subir archivos o instalar plugins. Un simple clic en un enlace infectado puede echar abajo muchas barreras de protección.
Establece normas claras en tu equipo. Por ejemplo, si alguien sube contenido al servidor, que se asegure de revisarlo con un antivirus. O define que cada miembro debe cambiar su contraseña cada cierto tiempo y no compartirla por correo sin cifrar. Al principio puede parecer molesto, pero esos hábitos pueden salvarte de grandes sustos.
La tecnología cambia y las amenazas evolucionan. Por eso, es clave mantenerse actualizado. No te hace falta un curso super técnico, pero sí algo de lectura regular sobre las nuevas tendencias de seguridad y ataques comunes. Comparte esa información con quienes colaboran contigo. Al final, un error humano es suficiente para causar un grave inconveniente en tu web.
En un hosting compartido, la acción de otro usuario, incluso alguien de tu propio equipo, podría abrir brechas que los ciberdelincuentes aprovechen. Por eso, la educación y la concienciación son el pilar final que complementa todos los mecanismos de protección que hayas implementado.