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Lun a Vie de las 7 a las 17hPublicado en:
El tráfico no sirve de nada si se va a los pocos segundos. Puedes tener miles de visitas al día, pero si nadie se queda, interactúa o vuelve… simplemente no estás logrando tu objetivo. Un sitio web exitoso no solo capta la atención inicial, sino que la retiene y la transforma en compromiso, tiempo de lectura, clics internos, descargas o compras.
Lograr que un visitante permanezca más tiempo implica comprender qué lo motiva a seguir explorando, qué lo frustra y lo empuja a cerrar la pestaña, y cómo construir una experiencia que le parezca natural, fluida y útil.
Cuando alguien entra a tu sitio, tiene una pregunta en mente, un objetivo o una curiosidad. Lo primero que hace es un escaneo rápido: ¿estoy en el lugar correcto? ¿esto responde a lo que quiero? ¿es fácil de usar? Si en esos 3 a 5 segundos no obtiene señales claras de que tu web es útil, se va.
Cada visitante tiene un motivo distinto para entrar. Algunos buscan info técnica, otros inspiración. Unos quieren comparar opciones, otros solo mirar. Si no adaptas tu contenido a la intención del usuario, el tiempo de permanencia va a ser bajo. La clave está en saber quién llega y por qué.
Una web mal diseñada, caótica o anticuada ahuyenta a la gente en segundos. Pero no necesitas un diseño lujoso, solo uno limpio, moderno y fácil de entender. Usa colores suaves, tipografías legibles, evita el exceso de elementos animados y respeta los espacios en blanco. Menos es más.
Si tu página demora más de tres segundos en cargar, ya estás perdiendo visitas. La gente no espera. Y no se trata solo de la velocidad general del sitio, sino de cada elemento: imágenes pesadas, scripts externos, banners gigantes… todo suma. Optimiza cada rincón para que cargar no sea un castigo.
El contenido extenso no espanta… si es bueno. Lo que repele es el contenido inflado, que se nota que está solo para posicionar. Tu objetivo debe ser resolver dudas, entregar valor y mantener la atención. Usa ejemplos, listas, metáforas. Escribe como si hablaras con alguien, no como si llenaras una ficha.
No digas lo que todo el mundo dice. No repitas frases vacías como “el contenido es rey” sin explicar por qué. Aporta ideas nuevas, explicaciones claras y puntos de vista concretos. El usuario se queda cuando siente que está aprendiendo algo que no sabía.
La mayoría no lee palabra por palabra: escanea. Tus subtítulos (H2 y H3) deben decirle al lector qué viene a continuación. Las negritas ayudan a destacar puntos importantes. Las listas y párrafos cortos hacen que todo fluya. Si tu texto es un muro de palabras, no lo van a leer.
No solo estructures por secciones temáticas, piensa en el viaje del usuario: empieza con algo que lo enganche, luego profundiza, después ofrece opciones, y termina con un llamado a seguir navegando. Esa narrativa retiene mucho más que un listado plano.
Nada complica más que un menú con 20 secciones, submenús, botones duplicados y enlaces rotos. Una buena estructura de navegación guía al usuario sin que tenga que pensar. Incluye un menú visible, enlaces internos relevantes y un pie de página con rutas claras.
No pongas enlaces solo por poner. Conecta temas relacionados, complementa ideas, ofrece otros ángulos. Por ejemplo: si estás hablando de cómo mejorar la tasa de rebote, enlaza un post donde explicas cómo crear una landing page efectiva. Eso alarga el tiempo en el sitio y crea una experiencia completa.
Sí, quieres que se suscriban. Sí, quieres mostrar ofertas. Pero si lo haces con un pop-up que aparece a los dos segundos de entrar, vas a espantar más que atraer. Usa ventanas emergentes solo cuando tengan sentido: al final del scroll, con intención de salida o después de cierto tiempo.
Nadie quiere que le reviente el volumen con un video inesperado. Ni ver un anuncio tapando el texto. Mientras más molesto sea tu sitio, más rápido se van a ir. Prioriza la comodidad de tu visitante.
Tu primer párrafo tiene que atrapar. Una pregunta directa, una estadística potente, una historia breve… cualquier cosa que obligue al lector a seguir bajando. No empieces con introducciones genéricas ni frases de relleno.
No escondas lo importante. No obligues a hacer clic en cinco lugares distintos para obtener una respuesta. Entrega datos útiles, explicaciones claras y contenido descargable si puedes. El usuario se queda cuando siente que tu web vale su tiempo.
Si tu sitio no se ve bien en el celular, ya perdiste. Los márgenes, botones, menús y textos deben adaptarse automáticamente a cualquier tamaño de pantalla. No fuerces al usuario a hacer zoom, desplazarse de lado o cerrar ventanas emergentes imposibles de quitar.
Los móviles suelen tener conexiones más lentas. Un sitio optimizado para escritorio no necesariamente carga rápido en el celular. Comprueba el rendimiento móvil y ajusta todo lo que se pueda.
Una imagen bien colocada puede hacer que un visitante lea tres minutos más. Las infografías explican mejor que un párrafo, los diagramas aclaran procesos y los screenshots muestran cómo se hace algo. Pero ojo: nada de imágenes genéricas o decorativas. Que aporten algo real.
Un video de 30 segundos que resuma un punto clave puede mantener al lector un rato más. Pero no pongas cinco videos en la misma página, ni actives la reproducción automática. Menos es más.
Si permites que los visitantes comenten, pregunten o reaccionen a lo que leen, tienes más chance de que se queden. Puedes poner una mini encuesta al final, un espacio para opinar o simplemente una pregunta abierta para que dejen su experiencia.
Si quieres que se registren, descarguen algo o pidan contacto, no les pidas 12 campos. Nombre, correo y un par de datos bastan. Mientras más simple, mejor.
Cuando alguien llega al final de un post y no encuentra nada más que hacer… se va. Pero si ahí le muestras tres artículos similares, un curso, un recurso descargable o una serie de publicaciones relacionadas, lo invitas a seguir.
Puedes configurar secciones que muestren contenido según lo que el usuario ya visitó. Eso da la sensación de un sitio vivo, inteligente y personalizado.
Una página demasiado larga sin cortes visuales, subtítulos o bloques de descanso cansa. Introduce secciones visuales, citas destacadas, espacios en blanco. Cada elemento debe respirar.
Evita fondos muy cargados, fuentes raras o colores chillones. El foco debe estar en el contenido. Todo lo demás debe acompañar, no competir por atención.
Una publicación actualizada regularmente retiene más visitas. Si un usuario vuelve y encuentra lo mismo, pierde interés. Pero si ve novedades, mejoras, nuevas secciones o recursos, sabrá que tu sitio vale la pena visitar otra vez.
No pongas todo en un solo post. Divide en partes, crea entregas semanales, desarrolla una narrativa. Eso crea expectativa, continuidad y visitas repetidas.
Si puedes mostrar contenido distinto según el país del visitante, el dispositivo, la hora o el historial de navegación, vas a lograr que se sienta más conectado. No se trata de invadir la privacidad, sino de ofrecer una experiencia más relevante.
Si alguien ha leído varios artículos sobre un tema específico, sugiérele otro del mismo estilo. Eso aumenta la profundidad de navegación.
¿Cuánto tiempo se queda la gente leyendo? Si ves que bajan de un minuto a 20 segundos, algo anda mal. Tal vez el título promete más de lo que entrega, o el contenido no engancha. Corrige.
¿Hasta dónde llegan en la página? ¿Hacen clic en los enlaces internos? ¿Interactúan con los botones? Estos datos te dicen qué funciona y qué no.
Un cambio en el título, un nuevo botón, mover una imagen… todo puede alterar el comportamiento del usuario. No temas probar cosas nuevas, pero mide cada resultado.
¿Te dejan comentarios diciendo que algo no carga? ¿Recibes correos diciendo que es difícil encontrar cierta info? Toma nota. A veces el mejor test es simplemente escuchar lo que dicen los que usan tu sitio.